Los funerales de Atahualpa. Marcel Velaochaga. |
El martes 17
de julio se inauguró en la sala Luis Miró Quesada la muestra “Vigilar y
castigar: breve historia de la censura del arte en el Perú”, que exhibe
trabajos que fueron censurados de distintas maneras durante el último cuarto del
siglo pasado. Así, se puede ver, entre otros, la Carpeta Negra, del grupo NN; el Kimono
para no olvidar, de Jorge Miyagui; y Los
funerales de Atahualpa, de Marcel
Velaochaga, cuadro que subvierte el lienzo hecho por Luis Montero en la segunda
mitad del siglo XIX. Me imagino a Los
funerales expuesto en un espacio solamente dedicado a su exhibición y con
una banca en frente para contemplarlo como se debe; es un lienzo tan rico y
poderoso que exponerlo entre tanto material (igual de relevante, por supuesto) hace que
pierda, de alguna manera, la profundidad y diversidad de su propuesta. Me
parece importante que la muestra haya sido inaugurada en el intersticio de la celebración
por los veinte años de dos acontecimientos terribles para nuestra historia
contemporánea: el coche bomba de la calle Tarata en Miraflores y el secuestro y
asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Enrique Guzmán y
Valle-La Cantuta en el año 1992; eventos próximos a un 28 de julio poco
promisorio y con sus muertos a cuestas también: César
Medina Aguilar, Faustino Silva Sánchez, Paulino García Rojas, Joselito Vásquez
Jambo y José Antonio Sánchez Huamán.
El cuadro de
Marcel Velaochaga retrata de manera amplia los diversos discursos que se han
superpuesto sobre la ficción y el deseo del cuerpo muerto del inca en el Perú.
El silencio del inca hace “hablar” a una historia conflictiva y, en general,
impune, que se enlaza con otros discursos colonialistas y hegemónicos que se
han impuesto en el país a expensas de muchas vidas. Así, por ejemplo, si bien, desde
el 16 de julio de 1992, en que explotara un coche bomba en la calle Tarata de
Miraflores, muchos no hemos dejado de lamentar y recordar tal hecho; sin
embargo, llegar a la verdad en el caso La Cantuta ha demandado una lucha larga
y dolorosa por parte de los familiares hasta dar con los
cuerpos de las víctimas (en realidad, nómina de huesos- Vallejo, siempre preciso) y el culpable mayor, Alberto Fujimori.
Bertila Lozano, Dora Oyague, Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Amaro
Cóndor, Robert Édgar Teodoro, Heráclides Pablo Meza, Felipe Flores Chipana,
Marcelino Rosales, Juan Gabriel Mariños y el profesor Hugo Muñoz fueron secuestrados aquella madrugada
del 18 de julio, llevados a un paraje oscuro, que se denominó La Boca del Diablo,
en Huachipa, y allí fueron ejecutados por miembros del Grupo Colina, grupo dirigido
por Martin Rivas. Luego fueron desenterrados, incinerados y vueltos a enterrar
en la zona de Cieneguilla. La escena que más me impactó a mis veinte años fue
el descubrimiento de un manojo de llaves en las fosas comunes de Cieneguilla en
el año 1993. Allí, por primera vez, vimos el rostro de una de las mujeres que
más ha luchado por encontrar la verdad en este país: la señora Raida Cóndor. Al
abrirse el armario de su hijo Armando, el primer grito contra el poder se daba
paso.
Las Fiestas Patrias no se celebran con la obligatoriedad de banderas,
monumentos pintados –o no– y libertadores de piedra, sino en la reflexión sobre
nuestra historia y la justicia por la que debemos seguir batallando. El arte no
es el único espacio de censura: también ha habido cuerpos censurados en este
país, cuyo paradero es hasta ahora desconocido. Vaya a ver la muestra y a ve(la)r
Los funerales, antes de que lo
descuelguen. Vale.
Esta columna fue publicada, con ligeras modificaciones debido al espacio, en el Semanario Siete el 22 de julio de 2012.
Esta columna fue publicada, con ligeras modificaciones debido al espacio, en el Semanario Siete el 22 de julio de 2012.
Sergio Zevallos
ResponderEliminarArtista incluido en la muestra "Vigilar y Castigar" / Sala Luis Miró Quesada Garland
A los organizadores y responsables de la exposición
Sr. Jorge Muñoz
Alcalde de Miraflores
Sr. Luis Lama
Director de la Sala Luis Miró Quesada Garland
Sr. David Flores-Hora
Curador de la Sala
Sres.
El director de la Sala Luis Lama acusó al Grupo Chaclacayo en la revista Caretas (nr. 1084
- 20/11/1989) de hacer apología al terrorismo. Bajo el título “Perversión y complacencia”
calificó nuestra obra como “Estridente y frívola apología senderista de artistas peruanos en
Berlín Occidental”. 13 años más tarde todavía no se recupera de su afán difamador y
publica, igualmente en Caretas (nr. 1739 - 19/9/2002 - Pág. 82), el comentario “...la
muestra del Grupo Chaclacayo de marcada inclinación Senderista”.
Nuestra obra de esos años conteníNuestra obra de esos años contenía sin duda una crítica radical a las circunstancias de
violencia social y política del Perú. El Estado Peruano y quienes están interesados en
defenderlo tal cual han usado a menudo, para censurar posiciones contrarias, la estrategia
de acusar de terrorismo a las formas de crítica que según sus criterios "se pasen de la
raya".
En ese sentido los comentarios que el señor Lama publicó en Caretas lo ponen del lado de
la censura y no en contra de ésta. Presentar ahora esa muestra en la sala que dirige es
cinismo. De haberme enterado nunca le habría dado la autorización para incluirme en la
muestra. Estoy seguro que ninguno de mis colegas del grupo aceptaría participar en ella.
Estoy fuera del Perú y por eso recién me entero de que una obra mía se presenta en dicha
exposición. Como nadie me ha consultado ni pedido permiso para presentar públicamente
esa pieza ustedes no cuentan con el derecho legal para hacerlo. Considero una
prepotencia hacer una simple copia de la reproducción de un libro y ampliarla para la
exposición. Si han conseguido esa copia por otras vías, igual están en la obligación de
ceñirse a las leyes de la propiedad intelectual y de derechos de autor.2
Con esto quiero distanciarme de esta exposición porque los organizadores responsables no
tienen la autoridad moral para adornarse con el tema de la libertad de expresión y porque
no respetan los derechos de autor.
Finalmente el texto que acompaña la foto no es serio ni profesional y contiene
informaciones falsas: No se censuró una sino muchas piezas, tanto de Raúl Avellaneda
como mías, ninguna de Helmuth Psotta. El señor Wieland Schmied no ha sido nunca
director internacional del Instituto Goethe. Su cargo en esa época era la de director del
Servicio Alemán de Intercambio académico. La foto que usan para ilustrar el caso
Chaclacayo no se presentó en la exposición de 1984 ni ha sido nunca objeto de censura.
Cómo no se da ninguna otra información sobre la pieza, esta manera superficial de
presentarla más las imprecisiones mencionadas desvirtúan lo ocurrido.
Exijo que se retire tanto la obra como cualquier información y documentación acerca de
ella del contexto y de la difusión pública de la exposición "Vigilar y Castigar".
Atentamente,
Sergio Zevallos
Berlín, 15 de agosto del 2012