domingo, 24 de junio de 2012

2 EN SU KLOAKA


La derecha dura –dura, por necia, por ignorante- tiene un canal subterráeno, Willax, y una alcantarilla infame desde la que hablan -¿hablan?- dos sinuosos personajes de nuestra política, Rafael Rey y José Barba. Estos dos, en la emisión de su programa el 4 de junio pasado, comentaron burdamente el artículo que sobre el grupo poético Kloaka (1982-1984) escribió el periodista Ghiovani Hinojosa en la revista Domingo del diario La República, a propósito de la celebración de los 30 años del grupo en Petroperú.

Por supuesto, el artículo de Hinojosa poco dice de la calidad literaria y/o artística de los miembros del grupo, a saber: Mariela Dreyfus, Róger Santiváñez, Domingo de Ramos, Guillermo Gutiérrez, Edián Novoa, José Velarde, Mary Soto y Enrique Polanco. Con este último, empieza su crónica: “El pintor Enrique Polanco tenía ganas de incendiar el mundo. Se tambaleaba como un poseso por las calles de Lima con una botellita de ron en las manos. Era una tarde de 1982 (...). Por sus venas corrían litros de alcohol”. El periodista resalta la anécota, pero no ha comprendido que se trata de la celebración que el grupo quiere hacer de su propuesta poética y artística, no solo vivencial. Enrique Polanco, así como muchos de sus antiguos miembros, entre ellos, Róger Santiváñez, Mariela Dreyfus o Domingo de Ramos siguen con su labor artística, pintando y escribiendo, pero de esto no hay una sola palabra escrita ni tampoco del contexto violento con el cual convivió el grupo, salvo un poema de Mariela Dreyfus, “Post Coitum” de su primer libro Memorias de Electra.

No es que yo le pida al periodista un tratado literario ni una crítica a la propuesta poética del grupo, pero un artículo plagado de anécdotas provocadoras no dice nada –o dice mucho de mala manera- sobre el legado del grupo a la tradición poética peruana. Por supuesto, no niego que existió una bohemia y un deseo de ruptura, pero eso no define la totalidad de la propuesta. Sin embargo, de esto se aprovecharon Rey y Barba, para lanzar sus comentarios. Así, con desparpajo dicen: “Nadie en el Perú sabía que existía el grupo Kloaka” o citan frases del texto como “A veces comían de un mismo plato”, a lo que ellos agregan: “como las ratas”. El asunto es que a ellos el grupo Kloaka les interesa un pepino, incluso expresan majaderamente no conocerlo. Es una mera excusa para lanzarse contra lo que ellos consideran sus opositores ideológicos, el diaro La República y el presidente de Petroperú, Humberto Campodónico. Lo más espeluznante en este país de infamias es que Petroperú ha cancelado la celebración, con lo cual le da la razón a estos patéticos personajes.


La cosa aquí ya no es si Kloaka, dada su propuesta marginal, debería o no celebrar sus 30 años en un lugar institucional, espacio ideológico del Estado que siempre criticó. Ese es un cantar entre nosotros, aquellos a los que nos interesa verdaderamente la poesía. El punto es si vamos a seguir aceptando calladamente los detritos que la derecha quiere lanzar de manera baja, sin ningún nivel de debate, haciendo escarnio de poetas, cuya constancia y apuesta poética admiro, leo y critico ¿Hasta cuándo vamos a dejar que estos sujetos conviertan en basura cualquier cosa que tocan? Es momento de actuar, a través de la denuncia y la crítica constantes. Es momento de hacer una batalla directa y frontal contra la miseria intelectual en este país. Lo que más me indigna es que estos dos –y otros de cloaca parecida– tengan el poder de imponer su ignominia y su ignorancia sobre directores frágiles y democracias de papel.




Esta columna fue publicada el día de hoy, domingo 24 de junio de 2012 en el Semanario Siete (www.siete.pe)

domingo, 10 de junio de 2012

NOSOTROS LOS PODRIDOS, CONGELADOS E INCENDIARIOS


A mí lo que más me subleva de los problemas que están ocurriendo en Espinar y Cajamarca es que venga una camarilla de políticos y militares a decirnos que todo un pueblo que se ha congregado contra la minería sea un puñado de “revoltosos” y “extremistas radicales”. Déjense de cosas: si de extremismos radicales hablamos, ¿qué mayor radicalidad fría que un Estado no cuide a los suyos y el presidente se vaya a ver un partido de fútbol —perdido ha tiempos— para que nos olvidemos de los muertos en Espinar? ¿Qué más extremismo que se envíe a muchachos al VRAE y se les abandone a su suerte? Ya, pues, no nos sigan contando cuentos que ya estamos demasiado trajinados en esta llamada “democracia” de la República del Perú.

Nuestro presidente es un “amigo” que conoces en el Facebook o a través del Twitter, que, de cuando en cuando, se le ocurre mandar un mensaje para los que usamos estas redes, y para los que no, porque no tienen acceso, aparece en un asentamiento humano inaugurando obras de agua y desagüe como para que nadie diga que discrimina a las gentes del Perú. Otro que ha aprendido a usar las redes e ir a partidos de fútbol cuando el país enardece es el premier Oscar Valdés, quien, para demostrarnos su cultura en este país de incultos, podridos e incendiarios, nos cita al historiador Jorge Basadre. Me quedé pensando cuál de sus citas citables lo definirían: ¿una chacrita, la defensa de sus iguales, o una lluvia de bombardas en el cielo?

Pero volviendo a nuestro presidente. Ahora anda en encuentro cumbre, en Chile; sin embargo, las papas aquí queman, pues, y algo tendrá que responder, digo, porque ¿cómo le hacemos con los muertos semivivos, señor presidente: con la muchacha de Cajamarca que dejaron inconsciente sus policías, o el camarógrafo que desnudaron y golpearon ante nuestros ojos por quitarle una cámara? Si no se ha enterado, ya pasaron las épocas de dictaduras salvajes, aunque aquí todo lo justifican con la defensa de la democracia y el plan económico. ¿Es esa la gran transformación? Vaya, vaya.

Según lo que he venido escuchando en los medios de comunicación, para que la democracia persista en este país, debe caer todo el peso de la ley sobre esos revoltosos. En fin, son las cosas que siempre dicen y escriben nuestros medios de comunicación cada vez más cínicos. Pero, entonces, aquí habrá una masacre, porque no son “unos cuantos”, son muchos, muchísimos los que han tomado las calles de esos lugares. Y, como para agudizar más las contradicciones, los políticos los llaman “manipulables” o “revoltosos” y “radicales”, sujetos concebidos como meros receptores de ideas, como si el sufrido día a día no les confirmara que es justo lo que piden.

En nombre de esta “democracia” del Tercer Mundo, se han cometido muchas injusticias y crímenes. El día que la democracia sea, por fin, una palabra amplia y justa, y la ley no sea un mero yugo que se impone solo a quien conviene, nosotros, los incendiarios, podridos y congelados —o como quieran llamarnos—, seguramente dejaremos de escribir sobre estos asuntos. Antes de que eso ocurra, será bastante difícil que suceda, porque lo que ellos —los de arriba— llaman “diálogo”, en medio de un estado de emergencia y un alcalde en prisión, yo lo conozco con otros términos: imposición y amedrentamiento. Dudosa semántica la de los poderosos.

Nuestro "amigo" del twitter