martes, 16 de abril de 2013

CONTRA UN ARTE DE LA MISERIA


Escribo esta nota de puro indignada, de puro terca, de puro amiga. Sí, esta nota la escribo a raíz de la enfermedad del poeta Domingo de Ramos. Domingo, además de ser uno de los poetas más destacados de los últimos treinta años, es un ícono de su generación, los candentes años 80. Su vida la ha hecho desde la militancia juvenil casi adolescente en el PCR pasando por la Universidad de San Marcos y la bohemia de Lima, por ello es conocido y querido por muchísimas generaciones.

Esta la segunda vez en los últimos seis o siete años que la enfermedad lo agobia moral y económicamente. “El dolor te produce una total infecundidad”, había declarado aquella primera vez. Mary Ann, su novia, con ese punche que tiene, ha organizado ya dos eventos para recaudar fondos, el último tuvo lugar el domingo pasado en el bar La Emolientería y se tituló “Tu domingo para Domingo”. Hubo música, poesía y el cariño de los amigxs. 

A mí me subleva el hecho de que un poeta como Domingo de Ramos, reconocido aquí y en el extranjero, tenga que organizar eventos, venir a leer a pesar de su dolor físico y psicológico para poder juntar dinero e ir a sacar una cita en el hospital y hacerse exámenes. Sí, es verdad que muchos peruanos padecen lo mismo y lo resuelven como pueden con polladas y bailantas, pero los artistas e intelectuales hacemos una carrera alrededor del arte, nuestro trabajo es permanente, lo mostramos aquí y afuera, y nadie nos aplaude ni nos paga por eso. Un arte de la miseria solo puede crear artistas de la miseria.
Señores del poder, estamos hartos de la autogestión, la vivimos diariamente. Señores del poder, si el Perú avanza y el dinero se les cae de las narices, y roban obscenamente ante nuestros ojos sin que ya no nos importe ¿Por qué no políticas de seguro médico y ayudas financieras para los poetas, escritores, músicos, bailarines, etc.? Ah, porque no les producimos capital económico. Producimos capital simbólico, entiéndanlo de una vez. 

Señores del poder, muchos artistas e intelectuales seguimos viviendo en la precariedad, algunos con mayor gravedad que otros. Los poetas siempre están en la cuerda floja. Es un arte que no se vende. Es un arte con una tradición de muertos en humillación y pobreza si ya no lo son como NN (terrible metáfora de la vida en el Perú): el poeta Juan Ramírez Ruiz –fundador del movimiento Hora Zero- es nuestro último muerto más triste y famoso.

No debemos callar, debemos denunciar constantemente esta realidad inhumana, la palabra es crítica y activa también. Si todavía hubiera alguna posibilidad de agruparnos en estos tiempos nostálgicos, la invoco. Sé que la solidaridad no se ha perdido y eso aún me anima a hacer honor al nombre que mis padres me pusieron.

Victoria Guerrero
Miraflores, 9 de abril de 2013